martes, 30 de diciembre de 2008

Lo mío es irme silbando

Imagen: Norita Rotondaro

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¿Qué se le ocurre decir hacia los fines de un año?
¿Que termina este y comienza otro… nuevo?
Y la novedad, no digas.
Que la paz que la prosperidad que no sé qué ni cuánto más.
No, no puede ser así. Nunca paz, y la prosperidad hasta dónde.
Un número continuidad del otro mejor, y lógicamente consecuencia del anterior y del anterior.
Pero consecuencia, no borrón y nueva cuenta.

¡Ay el ritmo decadente!
Fuegos de artificio.
¡Ay de tus ojos cielo!
La abuela la tía la prima la hija la novia la perra con miedo.
Calor.
Quedate vos, cara de pan dulce.
Lo mío es irme silbando.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Tan sucio que el corazón

Imagen: o Rosemary o Joaquinete, no sé bien; estaba ocupado en otras cuestiones



Es uno mismo el que va ensuciándose la vida y después no sabe cómo despojarse de toda esa mugre. Es uno mismo el que juega en el barro, hasta que se le mete entre las uñas, en los oídos, en todas partes.
¿Será que no sabemos todavía qué es lo que queremos de y para nosotros? No puede ser, si ya estamos a tiempo, hace mucho tiempo. Hicimos tantas cosas que, al menos, debería haber servido para perfilarse un poco; para tener una estúpida minúscula idea de por dónde es que hay seguir caminando, o si hay que correr, o parar un poco. O parar un poco... Pero no era eso, porque eso se parece más a un asqueroso balance de fines de año que a la suciedad diaria. No, definitivamente no es eso. Es la mugre, esa propia, o la ajena que involuntariamente se te pega, es la tierra pegada al cuerpo transpirado.
Y ahora me pica el cuerpo por ellos, por mí.
Y ahora me anuncian lluvias. El cielo se oscureció de un momento a otro. Quizá sea una buena oportunidad para lavar ciertas dudas. Es sólo cuestión de salir...
Y en eso estoy, hace un buen y largo rato.




Imagen: Nicolás Michelini



miércoles, 17 de diciembre de 2008

Tres tristes tigrecillos, Juanita, la bicicleta y yo

Imagen: Nicolás Michelini. Modelos: JuaniTa, Te y Tí.
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Nada se pierde; todo se transforma. Al menos eso dicen y, cada tanto, uno se da el lujo (lujo sí, lujo hoy en día) de comprobarlo. Pero, ahora, una cosa: ¿puede una bicicleta playera convertirse en tres felinos que en realidad se asemejan más bien a tres roedores? Me parece que no, aunque quizá sí.
Ayer por la mañana me desperté, me levanté y, como de costumbre, Juanita me interceptó camino al baño para exigir la primera y necesaria carga de alimento balanceado en su plato. Refregó su cara, su cabeza en mi pantorrilla y, vista desde las alturas, realmente se parecía mucho a rombo gigante. “Bueno -me dije-, supongo que de un momento a otro sale algo de allí dentro”. Cargué su plato, me aseé, me vestí un poco y salí en una bicicleta prestada hacia la Casa de los Gobiernos de los Pueblos de las Provincias de los Chacos.
Pasado el mediodía regresé y no vi a Juanita. Imaginé que estaría vagando por los techos aunque desestimé la idea por el horario (a la hora de vagabundear, lógicamente, ella prefiere las noches).
Me preocupé. Su doctora me había dicho que al momento de dar a luz, los felinos son todavía más independientes de lo que son normalmente. Entonces me había pedido que no lo haga. Preocuparme digo, pero me preocupé de todos modos. Al rato se me pasó, y al otro rato me volví a preocupar, mientras freía las primeras torrejas de arroz de mi vida. Salieron exquisitas, y fueron acompañadas por gaseosa y Salsa Golf. Después intenté no pensar en Juani y me acosté a dormir una merecida siesta, hasta alrededor de las 16.30 horas.
Me levanté esperanzado de encontrar a Juanita pero no, ella no estaba, ni el nivel de alimento balanceado de su plato había cambiado, así que tampoco había estado mientras yo dormía la mona… digo… la siesta. “¿Qué hago?”, comencé a razonar, aunque eso suene a ciencia ficción.
Llamé a Rosemary Navarrete, puesto que además debía encontrarme con ella para ir a ver un filme. Los EduKadores más precisamente, bajo el ciclo “Amor Libre”, organizado en el Departamento de Cine y Espacio Audiovisual de la Subsecretaría de Cultura (futuro Instituto de Cultura) del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de los Gobiernos de los Pueblos de las Provincias de los Chacos.

- “Gusa…”, atendió Rosemary.
- “Sí yo. Tengo un problema, o dos, o muchos, no sé bien, pero sobre todo uno: Juani no aparece, no está, creo que se fue a parir por ahí, a los techos, a la casa de atrás, no sé, no sé, no sé”.
- “Bueno, pero buscá bien, fijate atrás, en el pasillito de la puerta que da al patio, en todos lados”.
- “Ro, ya hice todo eso, no está, no está”, protesté. “Creo que necesito una escalera, voy subir al techo, y eso tendrá que ser por afuera”, pensé en voz alta.
- “Y trepá por la casillita del gas, por donde sube ella”, sugirió.
- “No, acordate que hay rejas. Ella puede salir, yo no”.
- “Bueno, hagamos algo. Yo la llamo a mi mamá, no sé, veo si consigo una escalera y te devuelvo la llamada, pero vos seguí buscando”.
- “Vale”.

A los 12 minutos llamó.

- “Ro..”, respondí.
- “Listo, conseguí la escalera, le pedí a mi mamá el auto así que me baño, termino de editar e imprimir unos textos para el ciclo y voy para allá”, se atolondró ella.
- “Fantástico”, dije sin saber muy bien por qué usé esa expresión si en realidad de “fantástico” nada tenía lo que ella me había dicho, más bien era una realidad a concretarse.
- “Ah -especulé-, traeme una cajetilla de cigarrillos de venida”.
“Nhájahá", fue la onomatopeya que escuché del otro lado, su risa claro, pero no cualquier su risa.
- “No, pará, dejá nomás, mejor salgo a caminar un poco y busco un quiosco, en el de la esquina no tienen, voy a lo del Turco”, dije y me di cuenta de que absurdamente estaba caminando en círculos en el living de la casa, mientras hablaba con ella.
“OK, en un toque yo voy para allá”, dijo y cortó inmediatamente.

Fui a lo del Turco. Regresé.

Cuando abrí la puerta del frente y entré (un poco encandilado por el sol del mundo) vi la cajonera donde guardo algunas prendas no uso y entonces otra vez me pongo a pensar. En flashback, recordé que por la mañana temprano, antes de salir hacia la Casa de los Gobiernos de los Pueblos de las Provincias de los Chacos, juanita merodeaba el sector en una actitud más que sospechosa.
La cajonera del living de mi casa en la que guardo prendas que no uso tiene cuatro cajones. Yo abrí el tercero (el tercero contando de abajo hacia arriba, desde el piso hacia el techo, hacia el cielo). Lo hice lentamente, centímetro a centímetro. De pronto descubrí que algo en la remera color verde musgomarihuano se movía. De allí asomó la primera cabecilla, el primer esbozo de vida en crudo que vieron mis ojos en mucho tiempo. Entonces aceleré el proceso y allí estaban: Juanita acostada de lado y tres tristes tigrecillos que mamaban excitadamente de tres de sus tetillas.

- “¡Cortá todas las gestiones, ya fue, están acá, los encontré, son tres, son bellísimos, son como ella!”, exclamé en una nueva llamada a Rosemary.

- “Nhájaháaaaaahhh…”, ¿rió? “¡Visteee!, tenían que estar ahí, ya le decía yo a Joaquino, ya le decía yo que me parecía raro que no se quede ahí. ¿Dónde estaban? No los toques, ¿cómo son? ¿chiquititos? Fijate el…”, etc etc etc.
Después de sugerencias varias y preguntas más, me dijo que salía para la sala, que nos encontrábamos allí “en quince”.

Efectivamente, "en quince” nos encontramos en el DeCEA. Puse candado a la bicicleta prestada (la mía se pinchó la última vez que había ido a ese mismo lugar, así que tuve que pedir una de prestadita). Bebimos dos cervezas antes de entrar. La primera no estaba buena, la segunda sí. Después entramos a la sala.
A los 40 minutos de película me dio por ir al baño. En el baño pensé en salir a fumar un cigarrillo a la vereda, y a echar un ojo a la bicicleta prestada. Todavía orinando, desistí de esa idea puesto a que para qué iba cortarme la película por ir a fumar un cigarrillo que -sabemos- hace mal, mientras que lo otro, la película -sépanlo- me estaba haciendo bien. Y, en el otro caso: para qué iba a salir yo a ver la bicicleta si cualquiera de las dos posibilidades que existían (que esté o que no esté donde la había dejado), iban a cambiar nada. Todo esto a excepción de una tercera posibilidad, que era la de salir justo justito en el momento en que el caco esté ahí, forzando el candado en un intento de llevarse una bicicleta que no era, que no es, ni suya ni mía porque la mía -si recordamos- se me pinchó la última vez que fui al DeCEA, hace más o menos una semana.

Cuando terminó la película salí y la bicicleta, desde luego, no estaba. Se habían llevado hasta el candado. Grace -la mamá de mi amigo Mariano Fernández-, quien también había estado en la sala y venía saliendo ya por la puerta de la derecha me vio y me saludó. Yo le dije que “qué linda película, ¿viste?”. Me respondió que sí y no sé qué más. Le conté que me acababan, o no, de robar la bicicleta, una que no era la mía. Se alegró en cierto modo de que no haya sido la mía (¡ja!) y me lo hizo saber. Grace se veía contenta anoche.
Llamé a la dueña, le comuniqué las malas nuevas, me dijo que no importaba. Se me cortó la conversación porque se terminó el crédito del teléfono. Fuimos a buscar un lugar para beber algunas otras cervezas. En el camino hicimos algunos chistes sobre la bicicleta prestada y robada. No bebimos muchas, pero me parece que me emborraché un poco, sólo un poco. Regresé caminando a mi casa a las 2.55 de la mañana. Abrí la puerta y los tigrecillos seguían allí, dormían.
Los miré tiernamente durante más o menos dos minutos. Apagué las luces, les dije buenas noches y me fui a dormir. Soñé que miles de velas petizas y gordas conformaban una senda que dirigía hacia algún lugar en la oscuridad.

Era de noche, pero eso es algo de lo que prefiero no hablar.

domingo, 14 de diciembre de 2008

AUTISMO



Imagenes: Nicolás Michelini





Pretende salirse con la suya pero no. Doscientas veintitrés razones lo esperan en las alturas para comunicarle la mala novedad: que vuelve todo, una vez más, a la terrible normalidad.
Y la mala siempre es mala hasta que uno la termina de digerir. Y uno siempre buscará generar esas malas porque la tranquilidad de no tener problemas es todavía más incómoda que la intranquilidad de tenerlos.
Entonces ningún salirse con la suya, ninguna vida simplificada a mano. Desafiar mejor a la cordura y caminar en el límite de lo que esta mente humana puede sobrellevar. Todas estas paredes abismalmente blancas, todas esas luces extremadamente fluorescentes.
Entonces los trajes planchados y otra vez una sonrisa fuera de lugar, de esas que no se van a terminar de definir nunca. Quizá, tal vez, porque no sea una sonrisa. Quizá, por ahí, es ese gesto casi natural que precede al llanto.

“¿Podés preguntarle al autista ese qué va a hacer al final?”

El autista este va a seguir rascándose los cojones hasta el fin de sus días y de sus noches. Este autista va a buscar los mecanismos adecuados para encajar donde no hay encaje posible. Sonreirá o llorará las veces que sean necesarias, pero no pondrá su vida en las manos del gigantesco monstruo que vos y él y aquellos siguen alimentando.
Quizás unas migajas, de tanto en tanto, por qué no.
Quizá una caricia al monstruo dormido, cuando los negocios cierran, cuando tu agenda se guarda, cuando las luces se apagan y los buenos muchachos escuchan el “buenas noches” que les corresponde.






viernes, 5 de diciembre de 2008

¿Sin tildes?

Imagen: Nicolás Michelini
Modelo ocasional y/o fortuita, aunque tampoco tanto: Rosemary Navarrete



(Fragmento de una no tan extraña conversación con esa hermosa persona que posa para la lente)

.






si
no voy a poner mas
acentos nunca mas.
aunque no se interprete estoy
enojado y triste

amore.
avisarte.
viernes.
día duro.
dis¿loca?da.

maso
pero el recital de anoche fue
increíble ay se
me escapo el
acento de

aceptadas
escurre
viento
cuerpos
sé cómo

ahí
hueco en la arena y el agua
huellas
perro
ausente

palabras
desiertas
desean
calor
no se pronuncian.

regalo
foto
querés
qué triste, qué lindo
acentos

infinita
terrible
tristeza
dice:
se me van

perdon
amo
acostumbrarme
vida sin
tildes


físicamente
también puede ser tambien
juega a ser
(invisible)
en a

hacer
poesía
tiempo
entiendo
no es suficiente

quitando fotos
sensación
sonrisa
cuerpo
digo

escuchaste
palabra
significado
escuchaste
recupera esa carga

sacándole a
alguien
apropiando
no pone acento
uno escucha

extraño
abandonarnos
tono!
arrancaste maldita sonrisa
sono asi: hn

jajajaja
caniche escondido entre
garganta
nariz
lindo

fotos
ventanas
quitamos
dia
(puse un moco en la tecla del acento)

ahora
sonó con todo
escucharlo
quieta
Morrissey es el señor

reencarnación posmo
placebo
me caí
::::::::::::::::::::::::::::
gustarìa hacerte unas fotos.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Soy un Virus

Imagen: Nicolás Michelini
.
"Conozco el dolor desde niño cuando bajaba corriendo, afiebrado, hacia la costa de las aventuras y me encontraba siempre con esa cárcel de rutinas en que consiste la vida.
Porque estamos aquí, en donde todo es dolor y todo nos resulta gratis porque el sol se quema todos los días como un bonzo que se suicida por tristeza.
En donde las sonrisas terminan siempre en puñaladas.
Y en donde el primer pez cuando tuvo hambre se convirtió en asesino.
El dolor de estar aquí, en donde los pájaros aprenden a leer y a escribir las leyes que prohíben volar.
Esos viejos flacos y orgullosos en el supermercado arrastrando un carrito vacío con los ojos bajos y en silencio.
Porque ellos creen que el silencio es de bravos.
Esos viejos muertos de hambre que trabajaron toda una vida y no se roban ni una uva.
Esos viejos que se cruzan con un muchacho rubio de pelo largo que no los ve porque va pensando en el futuro.
Porque este es un mundo de jóvenes que olvidan su origen y de viejos que no recuerdan el destino.
Pero si las moscas usaran corbata, si las balas cantaran blues, si el cielo sacudiera su viejo culo azul y las ventanas católicas de los edificios explotaran... igual, igual habría un anciano babeando fantasías sobre las piernas de una muchacha. E igual habría todos esos tipos con caras de clavo sonriendo por las calles del mundo.
En una tribu de monos, en una fiesta de esclavos, en una calle de zombies.
Yo no soy un hombre, soy un virus en tu mente.
Un hombre solo en un cuarto, regando una planta, sufriendo porque nadie le habla o nadie lo toca y sólo le cabe recordar.
O las camareras de los bares nocturnos de polleras cortas que van naufragando entre las brumas del deseo.
O las conversaciones de mis amigos, que antes soñaban ser héroes y ahora cobran un sueldo.
Están inyectando una jeringa de miedo en las venas del mundo.
Yo no siento ni pienso, yo no amo ni odio, yo no vivo ni muero y no puedes conmigo, soy un virus en tu mente.
Yo tenía veinte años y siempre estaba borracho en una pieza mugrienta, viendo reflejar mi rostro sobre las frías paredes del mundo, ahora tengo casi sesenta, y nunca lo vi. Nunca vi a un hombre encendido y llameante. Un hombre que cuando levantara la mano a encender un cigarrillo yo viera en sus ojos los ojos de un tigre, acechando en el viento el paso del tiempo para matarlo.
Siempre vi los ojos del miedo, los ojos tristes de la nostalgia. En una tribu de monos, yo no siento ni pienso, en una fiesta de esclavos, yo no amo ni odio, en una calle de zombies, soy un virus en tu mente".


Enrique Symns

martes, 2 de diciembre de 2008

Falsa y programada vida de un filósofo barato y delirante


Que se muestra y que se esconde,
que infecta su entorno,
que todavía no lo tiene decidido,
que le cuesta en demasía,
que intenta de todas maneras,
que juega con sus lamentos,
que espera más,
que encuentra menos,
que niega al alma,
que tose mentiras,
que respira calamidades,
que cierra fuerte los ojos,
que palpa oscuros colores,
que no quiere verlos,
que repite obviedades que siempre sobran,
que será necio pero registra,
que recorre los momentos,
que se anima a poco,
que se arrima igual.

Que respira hondo de tanto en tanto
y que es entonces cuando se siente injusta y estúpidamente orgulloso de lo que pretende ser.

(“Arrástrate y suplica gusano del espanto”, me dijo en sueños.)





Imagen: Nicolás Michelini

domingo, 30 de noviembre de 2008

VERDAD



.


Una de las mejores líneas de Lorca
es,
"agonía, siempre
agonía…"
Piensa en esto cuando
mates una
cucaracha o
recojas un hoja para
afeitarte
despertando en la mañana
para
enfrentar el sol


.

Charles Bukowski - agosto 1920/marzo 1994



miércoles, 26 de noviembre de 2008

Even my Flow

Imagen: Nicolás Michelini - Asunción, febrero 07
.
Trescientos
sesenta y cinco
días
(y todo lo demás también)
.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Pasará pasará y el último tampoco quedará

Imagen: Nicolás Michelini


Me quedé quieto, y fue pensando en vos. Siesta, tarde y noche. Un día entero. Me quedé pensando, quieto en vos. En que sí, en que es cierto: no hay alternativa alguna. En que es lo otro o sino lo otro y quizás, al contrario, lo otro también. Imposible quedarse o, mejor, posible pero difícil. Agotadoramente posible quedarse cuando uno se está yendo, cuando a uno lo están yendo.
Y yo quiero saber si va a ser así siempre. (Siempre es hasta el día en que me muera o me mueran, y me dejen todavía más quieto, más en silencio).
Me quedé pensando, cómodamente pensando en que podés levantar la vista de nuevo y verme verte. Estúpidamente concentrado, quieto y pensando en qué será y hasta cuándo será.
De repente se hizo jueves disfrazado de mentiroso último día. Casi ni cuenta de todo lo demás. Permanecí demasiado quieto. Error, o no. Terror. Pero cómodo otra vez. Cómodamente errado por qué no.

¿Quién y por qué espera?

¿Cómo y hasta cuándo espera?

No veo esa línea. Debe ser que ando tan excesivamente cerca. Pero veo todavía más allá. Eso azul que rallas en blanco y negro y lila y que aparece y vuelve a desaparecer. Eso todo ahí con vos, todo eso. Yo allá, lejos, quieto, cómodo. Vos todo acá, ¿cerca?, inquieta, ¿incómoda?

Nada sucederá donde todo amaga suceder

viernes, 12 de septiembre de 2008

Vos mismo ¿podrás?



Concéntrate,
¿podría esto ser lo último que hagas en el día?
Esfuérzate y camina, son sólo algunos pasos más.
Ahí está, en ese fino tramo de gloria efímera.
Es estirar el brazo, cogerlo, y dejarse llevar.
Estas son las palabras que hoy están y que mañana no.
Entonces es el momento, este es el momento.
Y a estar atentos, el cielo se está abriendo y en sueños caen de fuego bolas.

“Sé vos mismo, que el día ya termina, sé vos mismo y nada más”.
Eso me dejaste, eso me estás regalando.
Y no hay vuelta: caminamos todos hacia el mismo sitio,
seguimos todos los mismos rastros, cada uno con sus formas.
Y acá estamos, el día se está yendo y sí, aunque sea cierto que mañana vendrá otro, que está en camino, todavía no podemos amarrar la certeza de que nos tenga en sus planes.
“Sé vos mismo esta vez, este día”.
Me vas dejando cosas, y no me niego a tomarlas.

Miras desde arriba, y hacia todos los costados. No estás solo, y podría ser que me gustes, podría ser.
Podría tomarte de la mano ahora mismo, podría acompañarte, si quisiera.
Quédate con tus colores, son tuyos.
Algunos te van a hacer mal, pero vos sabrás elegir, decisión nunca escaseó.
No falta mucho, puedo acompañarte ahora.
“Sé vos mismo” y, en el trajín, ayúdame a ser uno más, siendo yo mismo, siendo uno más.
Sin destacados, sin banderas, sin glorias.
Nos esperan, huimos juntos y nadie nos detiene.
¿Acaso a alguien le interesa? Afortunadamente no, y también eso me estás dejando.
Entonces, en el final, podrás darte algunos pequeños lujos. No muchos.
Pero podrás ver al resto venir, cogerte, e irse, y dejarte con una inmensa grieta inmensa grieta inmensa grieta, en el lugar que elijas.

jueves, 11 de septiembre de 2008

sábado, 30 de agosto de 2008

Walter Malosetti: Memorias de una vida con Swing

Llega y toma asiento lenta, parsimoniosamente. Se lo nota cansado, quizá lo esté. La luz del mediodía espía por la ventana su rostro rosa y su cabello y barba grises. Sus ojos celestes, cuando rememora, buscan la ventana, buscan la salida que los trasladarse hacia otros tiempos. De estricto negro, pende de su cuello una medalla de agradecimiento del municipio de Olavarría; un agradecimiento que más de uno le quisiera dar al aporte incansable a la música nacional, y a su historia. Dice, ante la propuesta de focalizar la charla más bien en el Jazz que en su vida personal, que sí… que de hecho sabe más de Jazz que de él mismo. Su tono, entonces, es inconstante. Habla parejo y bajo, muy bajo de a ratos; como si no quisiera que lo escuchen los demás decir una pequeñez que lo comprometa ante ese paralelo que traza su vida: La Música. Esa música que refregó en el rostro de quienes lo escucharon en vivo, y quienes se dejan llevar por esa fuerza misteriosa, ese ritmo melodioso y desprolijo que encierra al Swing de Walter Malosetti. Imposible no moverse… “Yo no sé tanto de mi vida como de Jazz, y de Jazz me gusta más hablar que de mi vida”, abre el diálogo un Malosetti rebosante de juventud, pese a sus setenta y tantos pirulos ya. “A mí me gusta el Jazz desde chiquito, qué voy a hacer”, se ataja.


- ¿De qué hablamos cuando hablamos de Jazz?
Cuando hablamos de Jazz, hablamos de todo: de Swing, de Bop, de Bebop, de Blues, Rhythm & Blues, etcétera. Después vendrán en las distintas épocas los demás subgéneros. Y cuando hablamos de Jazz, hablamos también de la negrada de Nueva Orleáns, de los negros que trabajaban en las vías, en un Estados Unidos empezaba a crecer.
Este negro empieza a tocar… rudamente, pero por otro lado estaban las iglesias, que tenían los famosos corales, viejos y antiguos. Imitan a las bandas pero no les sale, entonces improvisan; y de ahí surge la improvisación, que es el elemento más vital del Jazz. Cuando hablamos de Jazz, hablamos de improvisación.


- Y este Jazz “negro” ¿cómo aterriza en Argentina?
Comienzan a llegar primero los discos de las viejas y tradicionales orquestas de Jazz. Se empieza a formar una nueva barrita de tipos, “la muchachada”, y después se forma un Club del Jazz. Pero este Jazz evoluciona y lo absorbe el cine, que medio que lo sacrifica porque hace canciones parecidas al Jazz que no son Jazz; simplemente es cine musical o comedia musical. El ejemplo es Al Jonson, que era un tipo que se pintaba de negro y era blanco. Había un núcleo de músicos que tocaban en Buenos Aires y con ellos teníamos nuestra barra. Nos reuníamos con los hermanos López Furst, que eran fanáticos del Jazz. Baby Furst sobre todo, que era un guitarrista y pianista extraordinario.

- ¿Qué visión tiene del jazz actual y cómo está influyendo la tecnología en él?
Se comenzó a escuchar Jazz en todo el mundo recién en los años 40 o 50, pero se escucha masivamente recién ahora. Particularmente lo veo maduro: un elemento que fue creciendo y que evolucionó mucho, hasta llegar a la madurez que tiene hoy.
La inclusión de la tecnología vino bien en cuanto a calidad del sonido, en cuanto a la posibilidad de poder grabar y corregir. La tecnología colaboró sin dudas. El mismo norteamericano no colaboró tanto porque, en general, el norteamericano tiende al comercio, entonces surgieron músicos y artistas que eran más bien comerciales. En los años 40, los grandes músicos, los Charly Parker, los Dizzi Gillespie, surgieron en un barcito pequeño llamado Milton, en el que tocaban después de hacer presentaciones comerciales. Pero su surgimiento fue en bares donde tocaban por diversión.


- El Jazz Latino también evolucionó… ¿Cómo fue tocar con un exponente argentino en el mundo como el “Gato” Barbieri?
Yo toqué con el “Gato” Barbieri cuando él era más puro tocando, cuando era más joven. Éramos pibes, porque el Gato tiene más o menos mi edad… tendrá cinco años menos. Lo llamaba y venía a tocar a un boliche donde yo tocaba todos los viernes, sábados y domingos. Como él era muy talentoso, lo llamaban de todos lados… Los músicos somos libres, como los taxis. Si mal no recuerdo hicimos una grabación de prueba con Lalo Shifrin (en piano), el “Gato” Barbieri (en saxo), yo (en guitarra), un contrabajo y batería no había. El “Gato”, pobrecito, después se inclinó a… las drogas, a las sustancias -titubea, cierra los ojos y aprieta fuertemente los párpados-.



- ¿Por qué el swing, entre tantas ramas del Jazz?
Porque es el estilo de Jazz más duradero, el más grande, el más largo. Y porque tiene por su lado dos acepciones: el “estilo Swing” y el “tener Swing”. Si no tenés Swing… por favor no toques Jazz.

- Parecería también que el Swing tiene otra velocidad…
Es más veloz pero tiene a su vez otra rítmica. Un tipo que toca: “ta tá ta ta - ta ta tá” -tararea desparejo-, que acentúa mal, “un cuadradote” como decimos nosotros, ése no tiene idea. Sin embargo aquél que toca livianito, con gracia, con ritmo, acentuando mejor en la primera parte de esa misma nota: “ta tá ta tá ta tá” -tararea rítmicamente-, ése tiene Swing. No es tan fácil describir al Swing. No existe tampoco la descripción perfecta del Swing. Difícil es lanzarse a describir algo que es muy etéreo.

Cada tanto Walter Malosetti golpea la mesa, tararea, gesticula, intenta transmitir con el cuerpo. Lo logra.

- ¿Entonces usted toma al swing por esa complejidad que trae consigo?
Y… es la atracción que produce. Es como una chica, aquella que tiene todos los elementos con Swing… “esta mina tiene Swing”, decimos en la barra, porque tiene elementos… agradables si se quiere. Ojo que con Swing solo no vas a ningún lado tampoco. Si sos tronco, sos tronco. Pero quiero decir que el Swing es un elemento vital, fundamental.

La viola
Malosetti, entre tantas otras, lleva consigo y cuida celosamente de su guitarra, una Gibson del 75`. En la casa de su juventud, cuando aún no se enteraba que era músico, siempre había alguna guitarra dando vueltas. Tocaba al aire, imaginándose estar en una sala de teatro llena. Su hermano mayor, Pedro Malosetti, era Luthier y Walter no deja pasar por alto lo mucho que influyó en él.

- ¿Qué relación mantuvo y mantiene con su guitarra? ¿Hubo épocas de desencuentros?
Nunca. Jamás me alejé de ella, ni por enfermedad. No la largué nunca, ni un día (golpea una vez más la mesa y sonríe. No hay dudas, Walter Malosetti está perdidamente enamorado de su guitarra).

- El año pasado en una charla Javier me dijo que él no es un bajista que escucha a muchos bajistas; que es un fanático de Jaco Pastorius, “El Dios del Instrumento”. Pero que no obstante le gustan más los guitarristas, los cantantes y los pianistas de jazz que los bajistas. Dijo que los bajistas lo aburren y que él no sería un público de él mismo. La pregunta es ¿quién es para Walter Malosetti el “Dios del Instrumento” que toca él? y si le pasa de no escuchar tanto el instrumento que toca y disfrutar del saxo, del piano, del contrabajo del Jazz.
- Lo que pasa es que sí, claro, los instrumentos que tienen sonidos muy específicos, que no son melódicos -el bajo tiene su melodía, pero no es tan claro ni tan ágil para hacer líneas melódicas complejas, pero me gustan mucho los solos de contrabajo, y a él (por Javier) también- la guitarra es un instrumento muy melódico. Y el bajo por supuesto que tiene melodía.

TextualeS

Oscar Alemán: “Tengo un recuerdo cariñoso de Oscar porque él se portó muy bien conmigo. Tiene su fama de tipo nervioso, cabrero, pero conmigo era respetuoso. Toqué muchas veces con él, grabé dos o tres veces con él. Yo era muy pibe cuando lo conocí. En un Club de Jazz, que se llamaba el Hot Club de Buenos Aires, se organizó un concierto, un festival, donde había varios grupos de Jazz. Estaba como invitado especial Oscar Alemán. Yo era chico, tenía 15 años y me invitaron a tocar con él. Tengo un recuerdo muy lindo de esa noche. Él y su familia eran pobres, y vivieron muy mal. Un tipo de carácter bravo. Pero a mí me respetaba y conmigo fue muy amable siempre”.

En Resistencia, junto a Javier: “Estuvimos juntos acá, sí. Cuando llegamos con Javier a casa yo le comenté la buena onda de la gente esa noche, y yo terminé con una calentura bárbara de seguir tocando. Me parece que hay buena audición para el Jazz. Dentro de la gente que toca en serio, fuera de la música comercial y barata, cuando uno siente un clima cálido con el público, que lo valoran, que lo aprecian a uno; uno lo siente. Cuando no se ponen de acuerdo para aplaudir… ¡Eso es un buen público papá! Eso es lo más lindo que te puede pasar. Noté que estaban atentos a lo que hacía y que aplaudían juntos… no se habla el público, no se pone de acuerdo para esto. Ahí está la espontaneidad que me permite a mí reconocer el público con el que trato. Con Javier comentábamos que nos había ido muy bien, que habíamos visto un público hermoso. Esto es lo que nos pasó. Yo mismo me decía que toqué bien y a Javier le pareció lo mismo”.

Los reconocimientos: “El reconocimiento no importa. Yo necesito el placer de tocar y que los dedos me anden bien y tener una guitarrita en condiciones y un lugar para tocar. Pero tampoco soy un renegado, no los voy a juzgar si son sinceros, si no son sinceros; pero no se niegan las cosas. Yo no les doy valor, eso no me aumenta el ego, pero a la vez soy respetuoso de ello. La gente hace las cosas con sinceridad… Si vos me valorás y me elogiás, yo no tengo que desconfiar de ello, porque sino es una vida de locos, una vida muy fea. Pero no me agrandan esas cosas, me agranda que el público que me está escuchando me aplauda, eso me gusta mucho. Y después estar así, conversando sobre Jazz con alguien, eso me gusta también”.

Y Relax: “Relax está compuesto en la tranquilidad de la noche, noche en que me tenía que ir a dormir y no podía, en que me quedaba hasta altas horas de la noche escribiendo. El músico de Jazz podría componer un tema todos los días. La composición del Jazz se parece mucho a las grandes composiciones clásicas como las de Mozart, que son improvisadores. La improvisación está en todas las músicas, ningún músico es buen músico si no sabe improvisar. Pero en el Jazz la improvisación pasa a ser un elemento fundamental. Las Invenciones de Bach por ejemplo eran eso, invenciones, improvisación. Mozart por ejemplo no podía escribir, lo volvía loco eso. Me pasa lo mismo, ahora, en este último disco...”






Imágenes: Eduardo Panelli

Entrevista: Nicolás Michelini

miércoles, 27 de agosto de 2008

Poesía NO ES teoría

Imagen: Nicolás Michelini

- ¿Le conoce a Eduardo Fracchia?

http://www.flickr.com/photos/ellabo/


- Le conozco, desde luego

- Ese sí que es aconsejable man. Me viene desvelando... me topó
con sus poesías, y yo que no soy bicho de poesía


- Bueno, no siempre se consigue que una obra de arte, o un artista, inspire a otra obra de arte, o a otro artista. En este caso se consiguió eso, parece. Y es positivo, por donde se lo mire.

- El loco ese es desvelador. Ya se me había cruzado en Bs. As., en los mates de después de las madrugadas de “clipping” con Guri. Y ahora acá. Se me empezó a aparecer y me compré el único libro que conseguí en las 2 grandes librerías resistencianas.

- Muy bien

- “La Rosa Hecha Escudos” y “Huesos Rotos”. Hay unas cosas muy fuertes del loco.

- Dicen que a la poesía hay que saber leerla. Muchas veces es más desgarradora todavía de lo que podemos leer. La poesía tiene música Durad... y la música, poesía. Pero no es lo mismo.

- La poesía no es teórica

- La poesía es caprichosa Eduardo, caprichosa

- Más o menos voy entendiendo a aquellos escritores y lectores que dicen que la poesía es el punto culmine de las letras... y que hay que “escribile nomá y leele nomá”

- Caprichosa y malcriada

- Y si ta ta y si no ta no ta...

- Claro. Pero, aunque no demande una teoría que la sostenga, sí necesariamente deberá tener música. Si no, no es poesía. Son simples garabatos, palabras unas detrás de otras y otras detrás de otras más

- Claaaaaro... hay una composición espacial y fonoauditiva mamembo de la ostia

- Eso, eso, eso

- Qué lindo... Ayer me clave un poema a las 4 a.m.

- Juego espaciotiempo

- Espacio - tiempo -luz

- Jaja. Me voy a abrir esa cerveza ya. Y te recomiendo a Girondo... Girondo fue un gran “pueta”

- Ahí vaaa. Me anda buscando si me decís así. Vamos a ver si insiste, el buen Girondo. Disfrute de la chevecha.

- Gracias. Estoy en eso, pero antes no quería faltarle el respeto a algunos sugeribles: Bukowski era un excelente poeta también y Morrissey hace lo propio desde la música, y unos pocos más. un abrazo.

jueves, 21 de agosto de 2008

La importancia detrás del boludo


Voy, caminando voy. Voy, pedaleando voy.
Y es importante que entiendas, que ya no sueño...
que ya no sueño más
con verdes praderas,
o amistades eternas.

O que simplemente...

Voy, caminando voy. Voy, pedaleando voy.
Y el viento en la cara.
Y la tierra en los zapatos.
Y el horizonte, una línea ultracolor.
Y en los árboles, el significado
de todo eso que está al venir.

Voy, caminando voy. Voy, pedaleando voy.
A tu encuentro voy. A tu cuerpo, a tu olor.
A tu dolor.
Voy, y ya estoy bien.
Con las primeras gotas
del fin del invierno voy.

Despreocupado voy, te estoy encontrando.
Voy aprendiendo, conociendo voy.
Caminando, pedaleando.
Sin amuletos, con libertad.
Y los dejo atrás, y no miro eso...
No miro eso que voy dejando atrás.

¡Y dicen que soy importante!
Boludo, sí, pero ¡importante al fin!
A tomar por culo...

lunes, 18 de agosto de 2008

Silencio

Imagen: Nicolás Michelini (Praktica MTL 5B)

Tiene que haber algo para transmitir antes de morir. Por ejemplo decir: “Nadie tiene real dimensión del grueso prototipo de mentira humana que vamos creando”. Decir algo trascendente. O no. Pero decirlo al oído, muy despacito. O explicarle que si es macho va a morir, que se trata de la causa y que su muerte abre camino a otras vidas y a otras muertes que abrirán a su vez camino a otras vidas y a otras muertes y así. Ahí mismo abrir el Manual, hojear las páginas con soberbia y detenerse en la ilustración, estudiarla y recorrerla con el dedo. Asentir interesado.

Pero tiene también que haber algo para guardarse antes de morir. No decir. Un no decir que quede en el aire, que sea notable. Si está esa capacidad de llenarse la boca de palabras, si ya no importan ni significado ni significante. Si el mensaje se distorsiona diariamente ante el caudal de insignificancias, pues entonces no digamos, y que el vacío sea visible.

Intentar sentirse menos estúpido es en vano. Crearse una identidad y buscar seguirla parece un trabajo del día a día que no da frutos. Agarrarse la cabeza, entonces, y sacudirla con todas las cosas adentro. Que patalee la gente, que se espeje impotente que se escuche que se lea que se vea.

Vos con vos y con todas las palabras que necesites. Yo conmigo y con el silencio que mañana me dará la derecha.

miércoles, 30 de julio de 2008

Así es como la gente crece

-
Alguien en su lecho de muerte dijo:
“Existen otros lamentos también”
-
Y para mí que estoy bien
por ahora
de cualquier manera.
-

Imágenes: Rocío Navarro

Poesía: El viejo pero siempre vigente MOZ

martes, 29 de julio de 2008

Glamor



“Instantáneamente disco. Sospechosamente en Aries. Peligrosamente hembra.
Refrescantemente lenta. Me revela con su paso un misterio caminante. Es la clave del destino.
¿Qué destino?




“Luces titilan, alumbran marquesinas del Gatas Latinas (un burlsesque gliter). Kinky, nasty, roba el show de stripper y arranca mil hurras ¡Viva Satana! ¡Viva Satana! Si va hacia algún lado o vuelve de él, sólo imagina una cosa. Todos los destinos por recorrer, todos conducen a Córdoba.”



Fotografías: Nicolás Michelini. Villa Ángela - Chaco.

miércoles, 23 de julio de 2008

Pero se siente después se siente


Todo parece indicar que se avecinan meses agitados. Yo no quiero estar en mis zapatos. Y sigo sin poder salirme de ellos. Me aprietan los pies y duele, claro. Tantito más duele que lagargantaelpecholaespalda.
Pero qué bien se siente uno al quitárselos, qué bien...
Después te cuento, cuando lo logre.

jueves, 17 de julio de 2008

Como perro y gato: ¿y mientras tanto?




Hoy escuché de todo. Cualquier cosa, muchas cosas, muchísimas cosas, demasiadas cosas acerca de… sí, acerca del campo; sí, acerca del Gobierno. Y no tengo en mente reproducirlas aquí porque ya demasiado tengo en la cabeza con el hedor que comienza a emanar desde la descomposición que dejaron alojada, claro, todas esas cosas que escuché hoy y las que escuché ayer y las que lastimosamente me quedan por escuchar.
Lo que sí diré -porque se supone que este es MÍ espacio-, es que el show de bocazas y opinólogos todavía no terminó, en honor a mis profundos pesar y tristeza. Este circo circular todavía no cerró y por tanto no cerraron tantas bocas y mentes que mañana, hoy, se manifestarán y se seguirán manifestando “a favor de”.

¡Jesús, María y la mierda!

Y ahora me permito, sí, reproducir algo que escuché, creo, lo primero que escuché ni bien llegué a la oficina, a la alfombrada oficina en la que trabajo: “Cobos es un traidor, un perro que mordió la mano de quien le da de comer”.

Perro. Mano. Comida. Traición.

Traición. ¿Qué es traición? ¿Dónde está? ¿En las acolchonadas y pomposas y cómodas butacas del Senado de la Nación? Traición es otra cosa. Yo la veo en todas partes, con la regularidad diaria de quien simplemente sale a la calle y camina unas cuadras hacia cualquier dirección. Dentro de esa casa que veo ahora la encuentro. En los ojos de esos hombres y mujeres despojados de dignidad que están allá, apenas visibles por la polvareda que levantó esa camioneta al pasar, la percibo. En esa nena que pedalea una bicicleta demasiado grande para ella, una bicicleta que no termina de ser bicicleta porque le faltan muchas cosas para serlo, comenzando por las cubiertas y las cámaras, la siento. En esas cubiertas y cámaras anchas que supieron quemar en rutas, hombres con sombreros de cuero y pañuelos asquerosamente perfumados. Me duele.
Y traición veo cuando una ecuación es perfecta pero está mal resuelta. Cuando debería cerrar un número y, de hecho, sobrar números y puntos y ceros y sin embargo no; la ecuación sigue estando mal hecha. El enfoque se convierte en desenfoque y en nebulosa dentro de oficinas acondicionadas donde cualquiera está acreditado a sostener posturas superfluas.

Argentina, odiosa y vomitable Argentina, dejame que te falte el respeto, porque justamente respeto es lo que no mereces. Tampoco estás haciendo nada, en absoluto, por merecerlo. Si al menos alguien recordara hoy frente a las cámaras de televisión de dónde proviene tu nombre, Argentina. Si acaso algún presidente o gobernante tuviera la brillantísima idea de garantizar comida diaria a todas las familias argentinas. Esa es mi ecuación, la única que puedo ver y la que hace que imagine números y ceros cayéndose por todos lados. Y a esos que se caen yo no los quiero. Políticos y productores y productores políticos y políticos productores pueden recogerlos del piso y quedarse con ellos y sí, llenar sus bolsillos de números y ceros y puntos y ampliar sus sonrisas. Hay lo suficiente, y más, para todos ustedes. Pero dejadle a esta Argentina vivir, no la mates mientras su pueblo se encuentra agonizante. No la mates así, por favor.

Condenados. Sólo el sol y la luna son apenas y holgadamente, de vez en vez, justos: salen para todos por igual. Sólo el sol y la luna brillan con la misma intensidad tanto en el capote de la 4X4 de De Angelis -y en su figura regordeta y candidata- como en los rayos de la bicicleta sin cámara sin nena sin ruedas sin futuro sin nada.

Y sin muchas otras cosas más.


miércoles, 16 de julio de 2008

Eso que parece




Parece una comedia trágica.

Un mundo complota y se transforma en una bola que no para de rodar a merced de mis pies. Qué extraña sensación, no hay necesidad de agentes externos.

Y ahora, desde afuera, como si te propusieras representar todo eso que aborrezco. Todo eso por lo que día a día lucho por recomponer. Y, claro, nadie predijo que iba a ser fácil, esta vez nadie, y no lo fue.

Pero hay una luz que entra, y no es la del sol. El sol pasa de largo por la puertaventana que da al patio.

Y no habrá fortunas, ni alcancías; si intentaremos al final ser los mismos en la esencia, después de todo y antes que nada. Esos mismos fusionándosenos constantemente: uno con otro, el otro con otro y ese otro conmigo y con otro y con él mismo. Con cuánto tiempo contamos para hacer todo aquello que ni siquiera aún pensamos en hacer…

Sólo frenando la marcha me alcanzan. Yo no soy el que va adelante, yo no soy ese. Ustedes.

Caminante sin rumbo y este no es que no sepa a dónde ir, desgraciadamente.







Quizá algún día esta fecha sea efemérides... ¡Feliz cumpleaños Lumpur!


sábado, 12 de julio de 2008

Acento


Entonces deja de joder, dale. Deja de joder. Si ahí tu felicidad no depende de la mía. Ni mi tristeza corresponde. Tus angustias. Deja de joder. Daaale, dalee, dejame de joder. No te veo. No estoy viendo cómo me dejas de joder. Haz me un favor. Ve, ve te. Y ven mañana, ven. Somos pocos y justamente por eso es que no sabemos bien qué hacer. Vamos, acercate, vení. Sabés dónde queda, dónde eso, donde. Esa ahí es la base, base. Mas si, pero sí, porque sí, chaco sí, no sabés dónde estoy no sabés qué hago, ni eso de cómo y tampoco lo de por qué. Dale, decime porqué na. Y ahorita ahora te lo estoy suplicando un poco, un porqué. ¿Ves? acá, ahorita nuevamentenueva. Lo estoy haciendo. Mostrame eso qué tanto. Y dame de eso irrebatible, eso eso tan fuerte que tantas veces, incontestable. La ceniza quema ahora mi pecho. Es cierto, tengo la camisa abierta tengo. "alpropósitopareciera. Y también, es cierto: hay alguien que intenta dormir, y esta vez no tiene nada que ver conmigo, no soy yo ahora yo no no.

Blue moon.

domingo, 6 de julio de 2008

Alguien más






Siempre hay alguien más con quien pasar un buen rato.
Aquí estamos, ahora somos dos.
Y uno al otro, nos tenemos.

Aquí estamos.



domingo, 29 de junio de 2008

Un disco raro; selváceo, silváceo

Una ventana hacia calle Chile. Asunción.


Domingo. Domingo nublado, un tanto fresco, que sucede a ese sábado que fue ayer, y que fue ideal para ver películas envuelto en una frazada de los pies al cuello, cual gusano solitario dentro de su capullo.
Pero hoy domingo, decía, y mientras esperaba que caliente el agua para chupar los primeros mates del día, de entre los archivos rezagados y llenos de polvo encontré Public Acces, ese disco de Steve Kahn que me hicieron descubrir hace unos cuatro años en un departamento de calle Chile, en Asunción.
El recuerdo es Pablo Mazzara y es Silva. El recuerdo es el verano y es la cerveza y son esos cigarrillos armados con empeño y es play sin pausa entre risas y paréntesis en la ventana que daba a Chile.
“Cuchástediscobolú”, creo que había dicho Pablo, sosteniéndolo en lo alto con su brazo izquierdo mientras apoyaba las cervezas ñoño que estratégicamente había adquirido calles abajo, en una pobre estación de servicio del centro asunceno. Y comenzaba la ceremonia.
La ceremonia comienza, entonces, con Sisé y con un dialecto vocal lo suficientemente incomprensible como para desviar toda atención a la cuestión instrumental, a ese jazz experimental y que parecía extraído de las raíces mismas de selvas africanas.
Ahí nomás tema dos, Blue Zone, y la guitarra Kahn coordinando hacia arriba con la batería autónoma del puertorriqueño Manolo Badrena, quien supo ponerle percusión, en su momento, a temas de los Weather Report. Y ahí nomás también, acaso uno de los momentos más altos del disco; la llegada de Kamarica, ya con algunas letras comprensibles y con ese shaker protagonista de a ratos y a lo largo de los 9.03 minutos del tema. Sin miedo a equivocaciones, el sólo cerrar los ojos y disfrutar y trasladarse a la plenitud de un estudio de grabación. Ritmo. Poesía. Perfección. Bellísimo. “¿Dónde escondiste tú, la piedra luminosa?”.
Después sí, bajo un ambiente selvático se desliza Silent Screen y Steve Kahn demostrando para qué nació, por qué está en este mundo y qué es lo que vino a hacer y a mostrarnos. Imperdible.
Otro de los puntos altos del disco: Mambosa. Guacharaca y ritmo latinoso, siempre de la mano de Kahn y Badrena. Por supuesto, el espléndido Anthony Jackson hará lo propio con sus pesadas seis cuerdas, el aporte preciso de, quizá, la experiencia y la historia negra en el jazz mundial.
Demasiada papilla. Sigue siendo domingo. Salteando Butane Elvin se aparece un espectral Botero People. Simplemente hermoso, o hermosamente simple; quién sabe. Yo sé, no, simple no es… aunque son los coros y esa constante ambientación selvática la que me lleva, la que me traslada al origen y de allí sí, bueno, la simpleza.
Algo más para el final. Dedicated To You y ahora sí, Mama Chóla, en el cierre de una obra para escuchar a ojos cerrados. ¡Ay carajo cómo suenan ese bajo, esa batería, esa guitarra y esas letras incomprensibles para mí pero que dejan percibir un “marihuana colocón”. Já. Sí, bueno, está bien, es cierto, escribo con cierta melancolía entre los dedos. Quizá porque me traslado a otros tiempos, a otras latitudes no muy lejanas. Sí, bueno, es cierto, no hay nada objetivo en lo que escribo, no hay nada objetivo en nada. Y aquí me encuentro ahora, en la descendiente que me arrastra hacia el final del disco. En la decisión de dejarlo correr en “toogle playlist” y que vuelva a girar, si es que gira, y que llene cada rincón de esta fría casa en un domingo nublado, un tanto fresco, y que sucede al sábado que fue ayer...

jueves, 26 de junio de 2008

Enfócame la mente de un roscón

Imagen: Nicolás Michelini

Ellos, como casi todo (si no TODO) en estos días. Como vos y como yo y como ellos. Como esta lluvia fuera de lluvia fuera de foco fuera de todo fuera de casa dentro de mí. Como tu campo como tu gobierno como tu gente como sus cacerolas. Fuera de foco. Como el pensamiento diario, como la constante nebulosa del mundo del revés. Eso que importa, afuera; esto otro, lo superfluo, adentro, resaltado. Así, hordas de cabezas fuera de foco en barrios fuera de foco con calles fuera de foco y con realidades fuera de foco. Nadie los ve con claridad. Están fuera de foco, no es fácil distinguirlos.

Arroz con leche sin canela, caliente. Arroz con leche fuera de foco, fuera de juego, fuera de lugar. Arroz con leche me quiero cansar, de este ritmo loco, sin foco, en las afueras de mi foco, que se presenta tiernotibioydulce, de San Nicolás, sin Nicolás.

sábado, 14 de junio de 2008

Sin humildad

Imagen: Nicolás Michelini



Estoy tratando de explicarte que me es ya demasiado difícil conmigo mismo, y las tortugas del patio. Estoy intentando mostrarte disconformidad frunciendo el seño, mirándome al espejo. Estoy viendo las palabras que no salen, y me escucho en silencio cabalgar junto a mil blancos caballos, indecisos y feroces y salvajes. Quiero que entiendas que nada de lo que hago, lo hago por convicción; que las pocas que tenía se me fueron cayendo en el camino. Trato con pesada tozudez de que las situaciones vayan cambiando, y de probarme así, sin humildad. Me observo por sobre el hombro y justifico mi pequeñez en un papel de diario, en el anonimato de mis contradicciones.
No necesito escribir una puta línea, voy todavía más alto cuando camino y se me ocurren mares de tristeza cuando sostengo mi mirada en sus ojos. No necesito una causa. Todo lo que preciso es este pedazo de tiempo que tengo acá, encerrado, esa fracción de segundo que te me ata de por vida a lo que fuiste en esa fracción de segundo. Todo lo demás no importa. Todo lo demás puede sobrar o faltar, pero no importa ahora, porque hay más.
Hay la insensatez de colmarse de felicidad y hay la obstinación de sentirse mal. Hay la hipocresía suficiente para poder seguir un tiempo más del lado de los buenos, que es el lado de los malos también; siempre dependiendo de dónde fue uno a pararse a observar esta situación.
Nos encontramos acá, y vamos a caer de alguna manera u otra. Podemos tirarnos o nos pueden empujar, pero también podemos ocasionalmente tropezar. Será eso lo que justificará el chapuzón, la caída por la caída misma, el viaje inmediato que nos alejará de la sumisión, el punto exacto donde encontrarnos otra vez con nosotros mismos. Y nos miraremos unos a otros con tonta extrañeza. Ojos bien negros y la fórmula exacta para calcular la espiral que forma el turbio remanso. Te estoy perdonando, todos los días.

lunes, 9 de junio de 2008

No tenía título

Os regalo un pequeño relato de Nuria Fleita zzzzzain que, como dice arriba, no tenía título. Una lástima, aunque no tanto.
Y yo recuerdo ése primer día que lo leí. Y yo recuerdo cómo me cautivó eso, todo, eso. Y yo recuerdo... ¡Y ahí va!




Una mujer sombría se levanta y con la mirada apunta a todos los presentes. Grita con la voz temblando:
-"Estoy cansada de fingir. Estoy cansada de ser quien no soy y de esconderme adentro mío. Estoy cansada de que me manoseen".
- "Yo también", dice girando desde su asiento una señora con una red en la cabeza. Su pollera celeste con flores silvestres roza el piso de plástico.
- "Hace años intento amar, pero mi cama es de hielo. Juan se acuesta al lado mío y sólo es para mí amor dormido, 80 kilos tirándose al lado mío. Son los 80 kilos que más pesan en mi corazón".
Sus ojos se humedecen. El conductor no paraba de manejar. Se refugiaba en el sonido de los motores, o trataba desesperadamente de no darse cuenta. Ya nadie se levantó a apretar el timbre. Las calles serpenteaban.
El chico sentado al lado de la estudiante, tímidamente, toma la mano de la desconocida:
- "Vos vivís en Ameghino y Las Heras. Siempre paso y estás en tu ventana. . . si supieses cuánto te amo", le dice.
Ella lo mira sin parpadear. Se incomoda. La mujer sombría sigue de pie. El hombre del traje grita, intempestuoso:
- "No sé dónde poner todo esto que tengo adentro. Lo llevo a todos lados: está en mi cepillo de dientes, en mis cuadros, en las planillas que lleno cada noche. Se me está rebalsando la piel. Necesito un lugar donde poner todo lo que tengo adentro. Se me cae, me moja los zapatos, me entristece la vida".
Este pequeño acto de valentía involuntario hizo que las ventanillas dejen de temblar. El timbre no sonó más. Todos estaban tan adentro suyo pero tan en carne viva, que nadie atinaba a moverse.
- "¿Por qué no me preguntaron si quería vivir?"
Él tenia 10 años y, en las manos, un compás. El pelo prolijamente engominado. Los zapatos, sucios.
- "Soportar un quiebre más, un padre más que se va, una madre que descarga sus miserias en mí. Y yo de qué juego, la carga del pasado me dice que soy hijo de dos pelotudos que un día se casaron y me hacen pagar sus dolores. Yo no tengo la culpa, no tengo la culpa, no la tengo... ¡Por favor, díganme si tengo la culpa!".
El colectivo frenó, todos los presentes se vieron empujados en diagonal, prendiéndose de los caños. Seguían en pie. El colectivero miro atrás. Aún sentado, dijo:
-"No sé qué se piensan ustedes, ¿Que uno es de hierro? No los soporto, no soporto su presencia, sus llamados de auxilio, que ahora hacen a los gritos. No voy a llorar más por lo que no puedo arreglar. Mi panza sobrepasa mis pantalones, mis manos se agrietan y ustedes gritando sus vidas al más pintado. ¿Por qué no se van todos bien a la mierda?”.
El colectivero baja. Se sienta en un cantero, prende un cigarrillo. Todos los presentes pasajeros quedan en silencio. Lloran, se abrazan, se miden. Comparten un abrazo tan invisible, como sus penas cotidianas.
5 Minutos Antes...
Una mujer sombría para el colectivo Línea 12. Después de dos escalones, pone dos monedas de 50 centavos en la mano del colectivero. Se sienta del lado de la ventanilla, como siempre. La abre y deja su flequillo al azar del viento norte. Cada vez que sube a un colectivo, sus labios canela se crispan y su mente, como una gran caja de engranajes, comienza a funcionar sin parar. Los acontecimientos del día anterior aún la hacen temblar. Su sensibilidad se despierta, comienza a llorar silenciosamente. Piensa: "mirar a la gente es adorable. Todos van en silencio, se nota cuando alguien habla, porque todos son testigos mudos... y el silencio es tan tenso, que pareciera que todos estuviéramos mordiéndonos los labios, pero fuerte fuerte como para que el grito no se nos escape". No aguanta más. Vence el terror y se levanta. Con la mirada apunta a todos los presentes. Grita con la voz temblando.





Texto: Nuria Fleita Zain

Imágenes: Nicolás Michelini (archivo que le dicen)

viernes, 6 de junio de 2008

En eso andamos

Imagen: Rocío Navarro


Y si tiembla, que no se agite tanto, que el alboroto nos dejará mirando hacia la oscuridad. Si se agita, se apaga. Si se apaga, no sabemos a dónde iremos a parar y así no nos acordamos siquiera de dónde venimos, qué huellas vamos dejando.
En eso andamos, en la fina tarea de descubrir. En eso estamos, y somos varios y todavía más cuando nos ponemos testarudos.




Imagen: Nicolás Michelini










jueves, 22 de mayo de 2008

Desatándolos

Esos adecuadamente y en soledad, acompañado o no, en que uno abre las heridas y podamos, planteándose y replanteándose del qué carajo hace, aunque se aparezca fugazmente en el pensamiento. Constantemente se rasca los problemas, qué rol cumple y preguntándose, no “por qué”. Colores que se disparan al sol al menos una vez al día, soportando cada uno de las esferas brota más. Sea día o noche, no importa. La esencia pura, en acomodarnos, en como el uno siquiera estando de uno para un chamo. De “para qué” vino uno con uno mismo, con la superficie. Cielo. Adentro momentos recordamos o afuera, es lo mismo. Otras, esos pequeños a contacto en la locura diaria; en el incesante salir. Y es que no siempre está abierta la posibilidad de desnudarnos, las expone en este mundo, para sentir a qué huelen a esos grandes momentos de hacer nos invitan a, ni solos otra vez. Y no siempre uno y esconderse casi torpe. Mano a mano.




Imagen: Nicolás Michelini




viernes, 16 de mayo de 2008

un rocío

Imagen: Nicolás Michelini




No me refiero al "gusto" del jugo, sino al jugo mismo. Al intentar caprichosamente encontrar el sumo de todo lo que hay adentro cuando nos sentimos como nos sentimos, así mismísimo, como nos sentimos regularmente.
Porque al fin y al cabo estamos solos, sabemos, todos dentro del mundo, y simplemente es aceptarlo y es plantear los días desde ahí la soledad y desde esa tristeza ... así se me hace un poco mejor, y más fácil, todo a mí.

Y no está mal, quiero seguir suponiendo

la la lalala la lala la

Y te quiero