domingo, 29 de junio de 2008

Un disco raro; selváceo, silváceo

Una ventana hacia calle Chile. Asunción.


Domingo. Domingo nublado, un tanto fresco, que sucede a ese sábado que fue ayer, y que fue ideal para ver películas envuelto en una frazada de los pies al cuello, cual gusano solitario dentro de su capullo.
Pero hoy domingo, decía, y mientras esperaba que caliente el agua para chupar los primeros mates del día, de entre los archivos rezagados y llenos de polvo encontré Public Acces, ese disco de Steve Kahn que me hicieron descubrir hace unos cuatro años en un departamento de calle Chile, en Asunción.
El recuerdo es Pablo Mazzara y es Silva. El recuerdo es el verano y es la cerveza y son esos cigarrillos armados con empeño y es play sin pausa entre risas y paréntesis en la ventana que daba a Chile.
“Cuchástediscobolú”, creo que había dicho Pablo, sosteniéndolo en lo alto con su brazo izquierdo mientras apoyaba las cervezas ñoño que estratégicamente había adquirido calles abajo, en una pobre estación de servicio del centro asunceno. Y comenzaba la ceremonia.
La ceremonia comienza, entonces, con Sisé y con un dialecto vocal lo suficientemente incomprensible como para desviar toda atención a la cuestión instrumental, a ese jazz experimental y que parecía extraído de las raíces mismas de selvas africanas.
Ahí nomás tema dos, Blue Zone, y la guitarra Kahn coordinando hacia arriba con la batería autónoma del puertorriqueño Manolo Badrena, quien supo ponerle percusión, en su momento, a temas de los Weather Report. Y ahí nomás también, acaso uno de los momentos más altos del disco; la llegada de Kamarica, ya con algunas letras comprensibles y con ese shaker protagonista de a ratos y a lo largo de los 9.03 minutos del tema. Sin miedo a equivocaciones, el sólo cerrar los ojos y disfrutar y trasladarse a la plenitud de un estudio de grabación. Ritmo. Poesía. Perfección. Bellísimo. “¿Dónde escondiste tú, la piedra luminosa?”.
Después sí, bajo un ambiente selvático se desliza Silent Screen y Steve Kahn demostrando para qué nació, por qué está en este mundo y qué es lo que vino a hacer y a mostrarnos. Imperdible.
Otro de los puntos altos del disco: Mambosa. Guacharaca y ritmo latinoso, siempre de la mano de Kahn y Badrena. Por supuesto, el espléndido Anthony Jackson hará lo propio con sus pesadas seis cuerdas, el aporte preciso de, quizá, la experiencia y la historia negra en el jazz mundial.
Demasiada papilla. Sigue siendo domingo. Salteando Butane Elvin se aparece un espectral Botero People. Simplemente hermoso, o hermosamente simple; quién sabe. Yo sé, no, simple no es… aunque son los coros y esa constante ambientación selvática la que me lleva, la que me traslada al origen y de allí sí, bueno, la simpleza.
Algo más para el final. Dedicated To You y ahora sí, Mama Chóla, en el cierre de una obra para escuchar a ojos cerrados. ¡Ay carajo cómo suenan ese bajo, esa batería, esa guitarra y esas letras incomprensibles para mí pero que dejan percibir un “marihuana colocón”. Já. Sí, bueno, está bien, es cierto, escribo con cierta melancolía entre los dedos. Quizá porque me traslado a otros tiempos, a otras latitudes no muy lejanas. Sí, bueno, es cierto, no hay nada objetivo en lo que escribo, no hay nada objetivo en nada. Y aquí me encuentro ahora, en la descendiente que me arrastra hacia el final del disco. En la decisión de dejarlo correr en “toogle playlist” y que vuelva a girar, si es que gira, y que llene cada rincón de esta fría casa en un domingo nublado, un tanto fresco, y que sucede al sábado que fue ayer...

jueves, 26 de junio de 2008

Enfócame la mente de un roscón

Imagen: Nicolás Michelini

Ellos, como casi todo (si no TODO) en estos días. Como vos y como yo y como ellos. Como esta lluvia fuera de lluvia fuera de foco fuera de todo fuera de casa dentro de mí. Como tu campo como tu gobierno como tu gente como sus cacerolas. Fuera de foco. Como el pensamiento diario, como la constante nebulosa del mundo del revés. Eso que importa, afuera; esto otro, lo superfluo, adentro, resaltado. Así, hordas de cabezas fuera de foco en barrios fuera de foco con calles fuera de foco y con realidades fuera de foco. Nadie los ve con claridad. Están fuera de foco, no es fácil distinguirlos.

Arroz con leche sin canela, caliente. Arroz con leche fuera de foco, fuera de juego, fuera de lugar. Arroz con leche me quiero cansar, de este ritmo loco, sin foco, en las afueras de mi foco, que se presenta tiernotibioydulce, de San Nicolás, sin Nicolás.

sábado, 14 de junio de 2008

Sin humildad

Imagen: Nicolás Michelini



Estoy tratando de explicarte que me es ya demasiado difícil conmigo mismo, y las tortugas del patio. Estoy intentando mostrarte disconformidad frunciendo el seño, mirándome al espejo. Estoy viendo las palabras que no salen, y me escucho en silencio cabalgar junto a mil blancos caballos, indecisos y feroces y salvajes. Quiero que entiendas que nada de lo que hago, lo hago por convicción; que las pocas que tenía se me fueron cayendo en el camino. Trato con pesada tozudez de que las situaciones vayan cambiando, y de probarme así, sin humildad. Me observo por sobre el hombro y justifico mi pequeñez en un papel de diario, en el anonimato de mis contradicciones.
No necesito escribir una puta línea, voy todavía más alto cuando camino y se me ocurren mares de tristeza cuando sostengo mi mirada en sus ojos. No necesito una causa. Todo lo que preciso es este pedazo de tiempo que tengo acá, encerrado, esa fracción de segundo que te me ata de por vida a lo que fuiste en esa fracción de segundo. Todo lo demás no importa. Todo lo demás puede sobrar o faltar, pero no importa ahora, porque hay más.
Hay la insensatez de colmarse de felicidad y hay la obstinación de sentirse mal. Hay la hipocresía suficiente para poder seguir un tiempo más del lado de los buenos, que es el lado de los malos también; siempre dependiendo de dónde fue uno a pararse a observar esta situación.
Nos encontramos acá, y vamos a caer de alguna manera u otra. Podemos tirarnos o nos pueden empujar, pero también podemos ocasionalmente tropezar. Será eso lo que justificará el chapuzón, la caída por la caída misma, el viaje inmediato que nos alejará de la sumisión, el punto exacto donde encontrarnos otra vez con nosotros mismos. Y nos miraremos unos a otros con tonta extrañeza. Ojos bien negros y la fórmula exacta para calcular la espiral que forma el turbio remanso. Te estoy perdonando, todos los días.

lunes, 9 de junio de 2008

No tenía título

Os regalo un pequeño relato de Nuria Fleita zzzzzain que, como dice arriba, no tenía título. Una lástima, aunque no tanto.
Y yo recuerdo ése primer día que lo leí. Y yo recuerdo cómo me cautivó eso, todo, eso. Y yo recuerdo... ¡Y ahí va!




Una mujer sombría se levanta y con la mirada apunta a todos los presentes. Grita con la voz temblando:
-"Estoy cansada de fingir. Estoy cansada de ser quien no soy y de esconderme adentro mío. Estoy cansada de que me manoseen".
- "Yo también", dice girando desde su asiento una señora con una red en la cabeza. Su pollera celeste con flores silvestres roza el piso de plástico.
- "Hace años intento amar, pero mi cama es de hielo. Juan se acuesta al lado mío y sólo es para mí amor dormido, 80 kilos tirándose al lado mío. Son los 80 kilos que más pesan en mi corazón".
Sus ojos se humedecen. El conductor no paraba de manejar. Se refugiaba en el sonido de los motores, o trataba desesperadamente de no darse cuenta. Ya nadie se levantó a apretar el timbre. Las calles serpenteaban.
El chico sentado al lado de la estudiante, tímidamente, toma la mano de la desconocida:
- "Vos vivís en Ameghino y Las Heras. Siempre paso y estás en tu ventana. . . si supieses cuánto te amo", le dice.
Ella lo mira sin parpadear. Se incomoda. La mujer sombría sigue de pie. El hombre del traje grita, intempestuoso:
- "No sé dónde poner todo esto que tengo adentro. Lo llevo a todos lados: está en mi cepillo de dientes, en mis cuadros, en las planillas que lleno cada noche. Se me está rebalsando la piel. Necesito un lugar donde poner todo lo que tengo adentro. Se me cae, me moja los zapatos, me entristece la vida".
Este pequeño acto de valentía involuntario hizo que las ventanillas dejen de temblar. El timbre no sonó más. Todos estaban tan adentro suyo pero tan en carne viva, que nadie atinaba a moverse.
- "¿Por qué no me preguntaron si quería vivir?"
Él tenia 10 años y, en las manos, un compás. El pelo prolijamente engominado. Los zapatos, sucios.
- "Soportar un quiebre más, un padre más que se va, una madre que descarga sus miserias en mí. Y yo de qué juego, la carga del pasado me dice que soy hijo de dos pelotudos que un día se casaron y me hacen pagar sus dolores. Yo no tengo la culpa, no tengo la culpa, no la tengo... ¡Por favor, díganme si tengo la culpa!".
El colectivo frenó, todos los presentes se vieron empujados en diagonal, prendiéndose de los caños. Seguían en pie. El colectivero miro atrás. Aún sentado, dijo:
-"No sé qué se piensan ustedes, ¿Que uno es de hierro? No los soporto, no soporto su presencia, sus llamados de auxilio, que ahora hacen a los gritos. No voy a llorar más por lo que no puedo arreglar. Mi panza sobrepasa mis pantalones, mis manos se agrietan y ustedes gritando sus vidas al más pintado. ¿Por qué no se van todos bien a la mierda?”.
El colectivero baja. Se sienta en un cantero, prende un cigarrillo. Todos los presentes pasajeros quedan en silencio. Lloran, se abrazan, se miden. Comparten un abrazo tan invisible, como sus penas cotidianas.
5 Minutos Antes...
Una mujer sombría para el colectivo Línea 12. Después de dos escalones, pone dos monedas de 50 centavos en la mano del colectivero. Se sienta del lado de la ventanilla, como siempre. La abre y deja su flequillo al azar del viento norte. Cada vez que sube a un colectivo, sus labios canela se crispan y su mente, como una gran caja de engranajes, comienza a funcionar sin parar. Los acontecimientos del día anterior aún la hacen temblar. Su sensibilidad se despierta, comienza a llorar silenciosamente. Piensa: "mirar a la gente es adorable. Todos van en silencio, se nota cuando alguien habla, porque todos son testigos mudos... y el silencio es tan tenso, que pareciera que todos estuviéramos mordiéndonos los labios, pero fuerte fuerte como para que el grito no se nos escape". No aguanta más. Vence el terror y se levanta. Con la mirada apunta a todos los presentes. Grita con la voz temblando.





Texto: Nuria Fleita Zain

Imágenes: Nicolás Michelini (archivo que le dicen)

viernes, 6 de junio de 2008

En eso andamos

Imagen: Rocío Navarro


Y si tiembla, que no se agite tanto, que el alboroto nos dejará mirando hacia la oscuridad. Si se agita, se apaga. Si se apaga, no sabemos a dónde iremos a parar y así no nos acordamos siquiera de dónde venimos, qué huellas vamos dejando.
En eso andamos, en la fina tarea de descubrir. En eso estamos, y somos varios y todavía más cuando nos ponemos testarudos.




Imagen: Nicolás Michelini