THC, o el debate pendiente de los chaqueños
Diálogo con el organizador de la feria del libro Ruben Biseglia, sobre la breve proscripción de la presentación de la revista, la posición de los medios, y las instancias de reflexión que se merece el pueblo del Chaco sobre la defensa de las libertad civiles.
La polémica desatada por la presentación de la revista de cultura canábica THC en el encuentro de revistas culturales de la octava Feria del Libro chaqueño y regional, además de llenar páginas de diarios, portales, y tiempo de aire en radio, nos instó a muchos a escribir en defensa de la libre expresión. El motivo es que cuando se atenta contra ella, no solo se necesita una respuesta, sino una que sea rápida; un reflejo inmediato que exponga y desenmascare la fragilidad e hipocresía de los argumentos reaccionarios.
Dicho esto, recordemos que en la opinión que vertimos en relación a la censura de dicha revista y en el marco de confusión generada por las declaraciones de los diputados moralistas y el párroco escandalizado, que habían asegurado que el subsecretario de Cultura de la provincia les garantizó la suspensión de la presentación, incluimos además a la librería organizadora del encuentro como una de las entidades que se ajustó a la presión para silenciar a los autores.
Nos lleva a rectificar tal observación una entrevista personal con el organizador de la feria, Rubén Biseglia donde afirmó que “en todo momento ratificó su intención de realizar el encuentro”, y aseguró que: “Cuando recibí las amenazas, no solo hacia mi persona sino también a los miembros de la revista, las comenté inmediatamente a la Subsecretaria (de Cultura), y le expliqué a (Francisco) Romero que estaba superado en mis limitaciones para poder llevar adelante el encuentro sin un apoyo especial del Estado provincial, y que dejaba en sus manos la seguridad de los chicos de THC”.
Según repasó Biseglia, tanto por las amenazas (que obligaron al staff de la revista a cambiar de hotel), así como por la aparición de cruces esvásticas en el centro de la ciudad de Resistencia, se había generado un “ambiente muy negro” que lo llevó a transmitirles a los representantes de la revista su imposibilidad de garantizarles seguridad; Versión confirmada más tarde por Sebastián Basalo, director de THC.
La revista se presentaría un día después y si bien la estructura social no se desmoronaría en un lujurioso estruendo fatalista como sugerían las voces apocalípticas, a partir de estos hechos, la feria del libro daría un giro inesperado, disparando un debate cuya primera página la sociedad chaqueña recién empezó a leer. Una discusión la cual no tiene que ver solamente con la despenalización del consumo de marihuana, siguiendo el ejemplo de nobles naciones, sino que además se vincula estrechamente con el respeto irrestricto por las libertades individuales y con la vital responsabilidad que debe asumir la prensa local en su defensa.
Consultado sobre esto Biseglia observó que nos debemos más instancias de debate para la maduración como pueblo, y encontró las razones del conflicto en que “Se sabía que la octava Feria iba a ser un éxito, y hay gente desinformada e intolerante, que no es amiga de la libre expresión, que solamente se ajusta a sus ideas”, dijo y cerró: “el problema es que mucha de esta gente gobierna”.
Aunque el dueño de la librería organizadora valoró que “La enseñanza, es que la sociedad chaqueña respondió con un acompañamiento”, y que la cicatriz quedó en “las voces autoritarias que pretenden imponer”, alertó sobre la existencia de “una incomprensión” por parte de un sector intelectual sobre el porque de la libre expresión y su falta de definición a la hora de resguardarla “Cuando hay que defenderla se ponen excusas de diferente tipo”, apuntó.
Ante el ajetreo generado, era necesario acercar una pregunta crucial a Biseglia: “¿Invitaría nuevamente a THC?”; “sin dudas” respondió, enfatizando que el desafío no consiste en traer la publicación difusora del consumo responsable a la feria, sino en la omisión en la muestra de las editoriales multinacionales que perjudican la producción regional. “El hecho de que Harry Potter no esté expuesto, no es por chauvinismo, sino para proteger al libro local, apuntando a industrializarlo con el sostenimiento del Estado”, dijo, y amplió el argumento: “Lo realmente transgresor es que sea gratuita (por la feria) y convencer al Estado que se haga cargo; como en este caso donde la Subsecretaría de Cultura la financia, siendo la única exhibición en todo el país bajo estos conceptos”.
En relación a como manejaron los medios el tema, el organizador señaló que en la mayoría de los casos se lo excluyó del debate, exponiendo que muchos de ellos“dan asco por su falta de compromiso”, y recordó el caso de la presentación hecha en la feria de 2007 cuando, para la presentación del libro de Raúl Castells “no hubo ni una cámara” de medios nacionales, “porque no lo tenían en su tradicional marco de agresividad combativa, porque no quemó ninguna cubierta”, sostuvo, y plasmó la salvedad de que un libro es más combativo que una cubierta, “mientras una cubierta es redonda, el límite del libro es el universo”.
Siguiendo la línea planteada, el librero finalmente calificó a algunos medios de comunicación como dueños de “una actitud ciega”, advirtiendo que “no importa la política comercial de la librería sino la necesidad de lectores para que exista la crítica, porque sin crítica no hay periodistas”, estimó y añadió: “Tendrían que ser los principales socios de esta feria, además de ser los primeros en salir a defender la libre expresión”.
Sebastián Serantes
LA FERIA DE LIBROS SANOS Y ACEPTADOS
La autoridad eclesiástica local -otra vez en la vereda de enfrente de las libertades individuales y patrocinando una moral muy pocas veces se ve reflejada entre sus agentes celestiales- impulsa la censura de una revista que divulga una opinión distinta.
Oscuras organizaciones menos preocupadas por la apología que por los negocios de alto vuelo, se suman a la cruzada de la iglesia con miedo a que se abra la puerta hacia la legalización y con ella caigan los kiosquitos ilegales que sostienen.
Algunos legisladores, amigos de intocables inversionistas que vienen a talar media provincia, gestores de maltrato, pobreza y votos, acompañan la petición y, alarmados, anuncian que la revista “fomenta el consumo de droga” como si ignorasen que entre sus pares se consume, y no necesariamente marihuana, sino otros químicos mucho más adictivos.
El “casi revolucionario” gestor de la cultura local, accede a la censura y olvida su histórica lucha (en teoría) por las libertades civiles y literarias, en un claro acto de “auto culturicidio”.
La Gran Librería prefiere callar las ideas subversivas, a perder su status privilegiado como organizadora de nuestra buena, costumbrista y sanísima Feria de libros aceptados.
“Prohibición”; “Censura”; “Límites al pensamiento y la opinión” la provincia del Chaco estará ligada a esa consigna, a partir de este gesto moralizante de nuestros iluminados funcionarios y comerciantes. Una Feria del Libro más liberal que nunca, esta que nos toca vivir hoy, un importantísimo avance para descentralizar la cultura y fortalecer la industria del pensamiento entre los chaqueños el logrado por el subsecretario de Cultura.
Que gesto más patético el que vemos, cuando creímos que llegaba un cambio, el club de amigos de la moralina sigue más vigente que nunca. La iglesia olvida la crisis de credibilidad que atraviesa provocada por la abundante pedofilia en sus filas, así como su complicidad en la tortura durante la última dictadura, y en las anteriores durante toda la historia, y demuestra que no cambió nada pidiendo callar una opinión.
Sebastián Serantes
(Ver http://www.diariochaco.com/noticia.php?numero=9613)
(Ver Carta abierta del subsecretario de Cultura de la Provincia, Francisco Romero, exponiendo la posición oficial al respecto http://www.datachaco.com/noticia.php?numero=8437)
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