Bueno, vamos saliendo entonces.
Comienza el viaje en plena luna llena.
31 de diciembre de 2009.
Resistencia - Asunción.
Allá vamos, bien vacunados y mal peinados.
pero bien mansitos y muy tranquilitos.
"Legitimar lo improbable, certificar lo maravilloso, encontrar una trama verosímil en un caldo de personajes imposibles y fuera de este mundo"
VAMO YA,
VAMOS YA,
VAMONOS YA
¡VAMOYA!
Ensaladilla de ricas palabras.
Y
Respira…
positívate
y ríete de ti toda la vida
Descansa...
Carretera y manta
Tranquilita niña y no pierdas la calma
Que tó llega,
Sólo tarda lo que tiene que tardar
¡Respira!
¡Coge aire!
hay que hacerle bien nomás y respirar hondo hondo
Un gran océano de esa paz que siempre me faltó.
Un baño de ese océano ya mismo.
Terca tuerca rosca enrosca.
La utopía de no comerse las uñas. O de mantenerlas largas.
Ojalá fuera tan fácil.
Ojalá alguien tendiese una mano en tal dirección.
No.
Uno cree que se despoja y es mentira.
Al primer respiro en profundidad comienza a pojar el resto, hacia adentro.
Sinquererlo.
Las intenciones reales no importan.
Es el hecho.
Es el pecho.
Y todo lo que va a seguir después.
Vieja chota y mal pintada. Pasó y frunció el ceño. Yo la vi y ella no me vio. También arrugó la nariz, miró de reojo y volvió su vista al frente. Desconoció tanto su realidad, como la que la abrasaba y rodeaba ahí mismo. Caminó el trayecto a paso apresurado y trastabilló tacones de arcaicos zapatos “rojocharol” en ese apuro. Hacíanle juego con el rush carmín de los labios resquebrajados. Yo la vi y ella me evitó.
Y también evitó al turco que vendía puros; y a la yuyera y a esa hierva que alguna vez sanó y que todavía más.
Y no quiso ver los colores que de todas formas se sucedieron.
Y esquivó a las ratas que se hicieron un festín ese día, y el anterior, y el otro.
Y las callejas le ocultaron sus vergüenzas.
Y el pescado ya estaba muerto; y pescado.
Y la adolescente -ahí en el suelo: medio oculta, medio desnuda-, también muerta, muertísima. Pescada con su bolsita de veneno y su respiración agitada que la vieja chota y mal pintada ignoró.
Y así siguió, hasta llegar a la avenida: “Aire puro”, pensó mientras el ruido y el humo de los colectivos comenzaban a envolverla. Estaba de nuevo en su lugar y eso la hizo sentirse absurdamente viva.
Miró de reojo. Ya no trastabilló. Se sentía bien y por eso sonrió. Esperó en la parada nueve minutos. Llegó el 133 y lo abordó. Tenía el cambio exacto y el chofer se lo agradeció.
El mundo seguiría girando para ella un tiempo más. Lo suficiente para terminar esa botella que comenzó anoche, y que terminará en cuanto llegue a destino.
Mira la luna, luna mora sonriéndole al tiempo,
Columpia a los sueños que se lanzan a la inmensidad,
Tócale, tócale ya que se venga y al compás que le baile las estrellas
Y que le cante la mar, que le cante la mar
Tócale, tócale ya que se venga y al compás que le baile las estrellas
Y que le cante la mar, que le cante la mar
Tócale, tócale ya que se venga luna mora
Tócale, tócale ya tócale, tócale y tócale
y tócale ya
ai tócale, tócale ya
Letra: ODB (Aocaná)
Toriño calienta el corazón y las manos para una sesión percutiva en un estudio en Asunción del Paraguay. Desde este pozo, algunos resistentes lo recuerdan y le dicen “¡Juerza Charrúa que ya nos estaremos viendo!”
¿Y si nos cruzamos en el altiplano Lucas?
Y de repente floreció el Timbó e hizo lo propio el Ceibo Salteño ese de ahí. Madre mía y Madre Natura que juega y ríe y le cambia los colores y los paisajes al pequeñísimo ser humano que, fiel a su instinto mecánico, pretende acostumbrarse a un mismo recorrido y repetirlo diariamente. Y aunque así sea, ese camino no es ni será el mismo, justamente, por estos caprichos de la madre que nos parió y que pese a todo lo que le hacemos nos sigue cobijando.
Y yo acá,
sintigo
¿Y?
Anahí...
las arpas dolientes hoy lloran arpegios que son para ti
recuerdan a caso tu inmensa bravura reina guaraní,
Anahí,
indiecita fea de la voz tan dulce como el aguaí.
Anahí, Anahí,
tu raza no ha muerto, perduran sus fuerzas en la flor rubí.
Defendiendo altiva tu indómita tribu fuiste prisionera
Condenada a muerte, ya estaba tu cuerpo envuelto en la hoguera
y en tanto las llamas lo estaban quemando
en roja corola se fue transformando...
La noche piadosa cubrió tu dolor y el alba asombrada
miro tu martirio hecho ceibo en flor.
Anahí, las arpas, dolientes hoy lloran arpegios que son para ti
recuerdan a caso tu inmensa bravura reina guaraní,
Anahí,
indiecita fea de la voz tan dulce como el aguaí.
Anahí, Anahí,
tu raza no ha muerto, perduran sus fuerzas en la flor rubí.
A veces necesitamos gritar para que nos escuchen.
A veces ni siquiera gritando
con toda esta nuestra garganta
nos escuchan:
Sucede que tu monte
es ya demasiado tupido, amigo.
Entonces nos lo tomamos con calma,
y ponemos agua para largar los primeros mates.
¡Juiiiirza pueblo,
grite jueeeerte carajo
y hágase escuchar!
Esas situaciones que empujan. Los cada vez más frecuentes nudos en la garganta. Esa lágrima atrapada. Corazón de sangre densa. Fugitivo en domingo. Espiando ahí adentro. Que se sienta bien. ¡Que se siente bien! Algunas pocas, las necesarias bocanadas de aire. Contacto primero. Repercusión inmediata. Sentirse bien, y preguntar por qué. Palabras contadas. Respuesta ajustada:
“Porque el Hombre,
porque la Tierra,
porque el Agua,
y porque también la Tecnología...”
(Y gracias María Inés por la frescura que se desliza)
El contador José Ramos parece como si fuera tres tipos distintos que lucen exactamente del mismo modo, sólo que cada uno viene a plantear siempre algún tema diferente.
Se presenta en la oficina al menos cinco veces al día.
Tiene una terrible y estridente voz de pito y los temas que viene a tratar me tienen generalmente sin cuidado.
Garrafa todavía no encuentra su lugar.
A partir de esta mañana, nada será igual. Algunos cambios son violentos sin querer serlo.