Y de repente floreció el Timbó e hizo lo propio el Ceibo Salteño ese de ahí. Madre mía y Madre Natura que juega y ríe y le cambia los colores y los paisajes al pequeñísimo ser humano que, fiel a su instinto mecánico, pretende acostumbrarse a un mismo recorrido y repetirlo diariamente. Y aunque así sea, ese camino no es ni será el mismo, justamente, por estos caprichos de la madre que nos parió y que pese a todo lo que le hacemos nos sigue cobijando.
Y yo acá,
sintigo
¿Y?
Anahí...
las arpas dolientes hoy lloran arpegios que son para ti
recuerdan a caso tu inmensa bravura reina guaraní,
Anahí,
indiecita fea de la voz tan dulce como el aguaí.
Anahí, Anahí,
tu raza no ha muerto, perduran sus fuerzas en la flor rubí.
Defendiendo altiva tu indómita tribu fuiste prisionera
Condenada a muerte, ya estaba tu cuerpo envuelto en la hoguera
y en tanto las llamas lo estaban quemando
en roja corola se fue transformando...
La noche piadosa cubrió tu dolor y el alba asombrada
miro tu martirio hecho ceibo en flor.
Anahí, las arpas, dolientes hoy lloran arpegios que son para ti
recuerdan a caso tu inmensa bravura reina guaraní,
Anahí,
indiecita fea de la voz tan dulce como el aguaí.
Anahí, Anahí,
tu raza no ha muerto, perduran sus fuerzas en la flor rubí.
2 comentarios:
Hermoso y cierto. Digno de un fiel observador. Y sí, odiamos la rutina. Te quiero y te extraño. Besos
a mi siempre me llama la atención ese árbol, y también un palo borracho que está cerca de la fabril, entrando por la calle de ese negocio que tiene pintado un elefante adentro de una bolsa (roberto dice que le impresiona el dibujo porque el elefante no puede respirar)...
la bicicleta ayuda a desarrollar la percepción del ambiente de un modo bien distinto a otros medios de transporte.
besos
rO!
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