A veces necesitamos gritar para que nos escuchen.
A veces ni siquiera gritando
con toda esta nuestra garganta
nos escuchan:
Sucede que tu monte
es ya demasiado tupido, amigo.
Entonces nos lo tomamos con calma,
y ponemos agua para largar los primeros mates.
¡Juiiiirza pueblo,
grite jueeeerte carajo
y hágase escuchar!
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